El dolor puede actuar como un amigo o un enemigo. La causa más común del dolor es cuando actúa como señal de alarma por detectar una lesión en los tejidos o una enfermedad en nuestro cuerpo. En general la intensidad del dolor se condiciona con el nivel y severidad de la enfermedad. Si el dolor se puede aliviar mediante los analgésicos habituales, seguro que desaparecerá en cuestión de horas o días. Si el dolor es agudo y anormalmente severo, es aconsejable buscar ayuda médica cuanto antes. Algunas personas sufren dolores recurrentes, como dolores de cabeza o menstruales, y los que habitualmente los padecen los reconocen como "no amenazantes", aunque suelen ser muy desagradables. Cuando la alarma del dolor se dispara y no se puede identificar el motivo, piense que el dolor está haciendo su trabajo, .... tómelo en serio.
Las lesiones superficiales pueden inflamarse o infectarse, y esto tiende a prolongar el dolor mientras que las lesiones internas, como una torcedura de tobillo, tienden a durar días o semanas.
Los tratamientos habituales, como los analgésicos o antinflamatorios, suelen ser seguros y efectivos contra estos dolores pero si se toman a largo plazo, estas medicaciones pueden producir efectos secundarios importantes, como problemas gastrointestinales. Existen alternativas más seguras, y por ello debería consultar a su médico.
El principal problema lo encontramos en los dolores que deberían desaparecer pero no lo hacen. No existe un tiempo específico tras el cual un dolor agudo se convierte en crónico; esto depende de la forma individual de cada dolor y persona. Por regla general, si el dolor ha durado mucho más de lo que se esperaba cuando comenzó, puede convertirse en un dolor crónico.
En ocasiones, el dolor crónico es consecuencia de un cambio o enfermedad persistente en los tejidos, como por ejemplo la artritis, pero otras veces es consecuencia de una alteración o cambio en el propio sistema de alarma. Esto puede suceder, por ejemplo, si ha habido una lesión en los nervios; es como una línea telefónica con interferencias. Algunos casos son consecuencia de dolor originado en los nervios, como la diabetes o herpes. La cirugía de la mama o en la zona del tórax, o la amputación de alguna extremidad, puede dejarle un dolor parecido a una sensación de quemazón persistente o descargas eléctricas.
El nivel de dolor que pueden sufrir las personas teniendo la misma enfermedad o lesiones similares, puede variar mucho. Algunos pueden sufrir enormemente, mientras que otros ni siquiera sienten el dolor. Una situación muy dolorosa, aunque bastante usual, es cuando una lesión aparentemente menor, como un simple corte con papel, desemboca en un dolor persistente, aunque no existen pruebas para saber el por qué esto sucede. Algunas personas parecen mas predispuestas al dolor, mientras que otras parecen ser inmunes. Estas diferencias pueden ser reflejo de la educación o cultura de cada persona. Sin embargo, existen cada vez mas pruebas de que la respuesta al dolor tiene mucho que ver con nuestros genes, y nosotros, por supuesto, no tenemos control sobre ellos.
Tomado de: Sociedad Española del Dolor